domingo, 10 de junio de 2007

SIN TITULO
Por Mauricio Mena

El bar es una página en blanco
en la que cada uno de nosotros,
los parroquianos, jugamos el rol
de la palabra contra el silencio.

Somos un puñado de sílabas,
un tartamudeo de adultos
en el lienzo triste de la noche:
Habitantes del infortunio.

Nos rehacemos en el sorbo,
en la porción del olvido
que tragamos con solemnidad
como la historia o el odio.

El bar es una página en blanco
en la que cada uno de los licores,
avanzada la noche, valen lo mismo
y regodearse carece de sentido.

Esta es la gran caverna, sin luz,
donde nacen el mito y los héroes,
donde no vale la pena la pena,
donde saber es una anécdota
y a nadie le importa si sufres.

Nos rehacemos en el brindis,
en el choque de nuestros egos,
como la caricia primera, aquella,
en la que todo existe y nada es.

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